2 de octubre de 2010

La trampa (las nuevas series ya viejunas) 1/3


Algunos ya sabéis que no comparto el desmesurado entusiasmo que han generado las series de televisión americanas de esta década. Es muy evidente que hay una clara mejoría con respecto a la anterior, donde Friends (hoy How I met your mother) y Expendiente X (hoy Fringe) reinaban en el desierto mientras que productos con buena crítica (Doctor en Alaska, Frasier, Twin Peaks, Get a life, Dream on, Seinfield, etc.) tenían problemas para sobrevivir en horarios dignos y el prime time quedaba reservado a comedias moralizadoras con un target fragmentado por razas (!) o, peor aún, a series españolas cuya excelsa factura tan solo puede ser igualada por las francesas.
Pero para decir, como afirman muchos, que las series son mejores que las películas o que el auténtico talento está en la televisión, hay que tener un doble rasero crítico y bajar mucho, pero que mucho, el nivel de exigencia. Si comparamos series arquetípicas como Dexter o House con sus equivalentes pasados (de Urgencias para abajo) es evidente que podemos decir que han mejorado mucho y que algunas de ellas superan a sus equivalentes comerciales de Hollywood (con sus guiones trilladísimos, etc.) pero es que, en conjunto, incluso el cine americano más comercial (The Dark Knight, Shutter Island) le sigue dando muchas vueltas a todas estas nuevas series "complicadas" y "originales". Y todo ello en mucho menos tiempo para desarrollar personajes, etc.

Sin duda la inyección de dinero y la expansión de los canales por cable (temáticos) han favorecido una edad de oro de las series de acción (Prison Break, Lost, 24, Alias, etc.) y un salto de calidad en los guiones de las series de toda la vida, es decir, las de profesiones liberales (House, The Wire, Dexter, etc.) que, de golpe y porrazo, han adquirido una legitimidad artística que pocas habían logrado antes (Canción triste de Hill Street encabezaría ese pírrico listado). Y hemos de alegrarnos de que la gente vea estas cosas y no La ruleta de la fortuna o Farmacia de guardia, pero también hay que ser conscientes de que, al final, son productos casi matemáticos (un pico de acción o un giro inesperado en la trama cada 8 minutos, etc etc.) salidos de una fábrica muy bien engrasada por lobbies y anunciantes de todo tipo de productos deleznables, con el sector armamentístico a la cabeza. Y es que la claudicación ante la banalización del uso de armas por todo quisqui en absolutamente cualquier situación es desarmante (perdidos en una isla, en Miami o en Madrid -pues sí que han mejorado los americanos desde aquel McGyver en Euskadi, eh?): en último término son series de pistoleros a mayor gloria del belicismo imperante (este militarismo es igual de irritante en películas como Batman Begins). Esto era algo más aceptable en los westerns, pero hoy en día se lleva la veracidad, la verosimilitud y el realismo y esta gente se gasta millones en hacer que todo parezca plausible pero luego lo llenan todo de pistolas, revelando así que al final son ficciones adrenalínicas sobredopadas de testosterona, cuyas diatribas argumentales siguen girando en torno al bien y el mal, el propósito teleológico de la vida y todo tipo de pseudo-dilemas morales predigeridos que no admiten apenas tonos de gris.